Siria celebró este domingo sus primeras elecciones parlamentarias desde la caída del régimen de Bashar al-Assad, un proceso electoral que fue vivido como un hito en la compleja transición política del país tras más de una década de guerra.
Un año atrás, Ahmed al-Sharaa lideró la coalición islamista suní que derrocó a al-Assad, poniendo fin a más de cinco décadas de gobierno. Recientemente, Siria volvió a ocupar un lugar central en la agenda internacional debido a una nueva escalada de violencia.
En el último año se registraron enfrentamientos entre fuerzas de seguridad del nuevo gobierno sirio, grupos armados y combatientes alauitas. Este grupo religioso -surgido en la costa siria en el siglo X- mantiene sectores armados leales a Bashar al-Assad.
La votación se llevó a cabo bajo un nuevo marco electoral transitorio, establecido por un decreto emitido por Ahmed al-Sharaa.
El parlamento estará integrado por 210 escaños, distribuidos mediante un sistema mixto que combina la selección de dos tercios de los legisladores por organismos locales y la designación directa del tercio restante por el presidente. El parlamento tendrá un mandato de dos años y medio, concebido como una etapa de transición hacia elecciones populares directas.
RAÍCES DEL CONFLICTO SIRIO:
El año 2011 marcó un punto de inflexión en la historia reciente de Siria. Protestas pacíficas surgieron en distintas ciudades para poner fin al gobierno de Bashar al-Assad, heredero del poder en 2000 en un contexto de expectativas de apertura política.
La represión estatal transformó rápidamente esas demandas en un conflicto armado: grupos opositores como el Ejército Sirio Libre tomaron control de zonas clave, dando inicio a una guerra civil que redefinió el país durante más de una década.
En sus inicios, el Ejército Sirio Libre reunió a opositores moderados y desertores del ejército, con respaldo de potencias regionales y occidentales. Sin embargo, ese apoyo también facilitó la irrupción de grupos yihadistas, profundizando la fragmentación del conflicto.
Frente al riesgo de colapso, el régimen de al-Assad recibió un apoyo decisivo de Rusia, Irán y Hezbolá, mientras el Estado Islámico se expandía desde Irak y proclamaba un “califato” en Raqqa.
La amenaza del Estado Islámico intensificó la intervención internacional. Las milicias kurdas asumieron un rol central en su combate, mientras Rusia lanzó ataques aéreos contra el EI y grupos rebeldes. Este respaldo externo permitió al régimen sirio revertir parte de las pérdidas territoriales (Sanaa Martínez, 2019).
DOCUMENTOS QUE REVELAN LA MAQUINARIA DE MUERTE DEL RÉGIMEN DE BASHAR AL-ASSAD
Una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) reveló evidencia documental de más de 10.000 muertes bajo custodia del Estado sirio. Tras el colapso del régimen en 2024 y la huida de Bashar al-Assad, el hallazgo de un disco duro en una oficina de la policía militar expuso decenas de miles de archivos que muestran cómo el régimen documentaba de manera sistemática las muertes ocurridas en sus prisiones entre 2013 y 2024.
La caída del régimen de Bashar al-Assad abrió una etapa inédita en la historia reciente de Siria. Aunque el escenario continúa marcado por tensiones internas, fragmentación política y una profunda crisis humanitaria, el proceso de transición representa también una oportunidad para repensar el futuro del país sobre nuevas bases institucionales y sociales. La consolidación de un camino democrático dependerá de su compromiso con la reconstrucción del tejido social devastado por más de una década de guerra.
